A comienzos de marzo de este año un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó de que España es el país de Europa donde más crece la desigualdad social. Un nuevo informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) insiste en la misma idea: España es el país donde el impacto de la crisis se ha repartido de forma más desigual.
No hay que mirar muy lejos para darse cuenta de que estos estudios no mienten.
El número de personas que en estos momentos viven en la calle ha aumentado de manera preocupante y su perfil ha cambiado como consecuencia no sólo de la crisis socioeconómica actual sino debido sobre todo a los ajustes y recortes impuestos.
Las medidas escogidas para cuadrar las cuentas públicas han agravado la brecha social al poner más carga relativa en los bolsillos menos pudientes, como así lo demuestran tanto el indicador AROPE ( At-Risk-Of Poverty and Exclusion, o tasa de riesgo de pobreza y exclusión social) o el coeficiente Gini, que mide la desigualdad de distribución de ingresos entre la población de un país.
Son personas, cada vez más españoles, que han perdido su empleo y que hasta hace poco tenían una vida normalizada, disfrutando de contextos socioeconómicos seguros.
Para paliar la situación en la que viven cada vez más personas sin hogar, Cruz Roja sigue prestando atención (ahora duplicada) a través de las Unidades de Emergencia Social (UES) y mediante su proyecto, un grupo de voluntarios/as reparte entre estas personas alimentos, mantas u otros artículos, pero además y en muchas ocasiones son el vinculo social que necesitan las personas sin hogar para salir de la circunstancia en que se encuentran.
Desde las alturas nos hacen creer que no podemos hacer nada para cambiar esta situación, que son las consecuencias “lógicas” de esta crisis, y muchos nos lo creemos e incluso nos autoculpamos; este sentimiento se conoce como indefensión aprendida… pero la radiografía que aparece en estos informes debe llevarnos a una reflexión profunda sobre el modelo de sociedad que están creando estos ajustes.
Es tan importante salir de la crisis como conservar unos niveles de dignidad y cohesión social que garanticen el progreso y la igualdad de oportunidades dentro de la sociedad.
Está demostrado que, a largo plazo, la desigualdad disminuye las posibilidades de desarrollo económico de un país y la brecha social aparece también como uno de los más serios obstáculos para la propia recuperación económica.
Desgraciadamente, este puede ser el caso de España.
Por lo tanto es necesario y urgente, como recomienda la OCDE, que se apliquen y se lleven a cabo políticas sociales específicas que destinen recursos concretos al rescate de los más desfavorecidos.